El gran I Ching o también conocido como Libro de las Mutaciones, es una de las compilaciones más antiguas que existen en el mundo en cuanto formas de vaticinio y adivinación.
Es, en esencia, una representación del camino de la vida, de nuestros actos y de sus consecuencias. Es un método de adivinación completamente distinto a cuantos conocemos en Occidente, ya que en este método chino se puede hablar de una profunda influencia trascendental, espiritual, humana y metafísica.
Es un método, además de ancestral, con una gran capacidad adivinatoria e intuitiva. En los últimos tiempos se está imponiendo, cada vez más, como método de adivinación y conocimiento frente a otras formas más occidentales como el tarot, o distintos tipos de mancias.
El origen del I Ching se pierde en la noche de los tiempos. Distintos historiadores ponen el foco de atención en cuatro autores como impulsores de dicha obra: Fu Hsi, inventor de los signos lineares (líneas Ying y Yang), que componen los trigramas y hexagramas, el Rey Wen, el Duque de Chou y Kung Fu Tze ( Confucio); puede verse más detalles al respecto en el siguiente enlace: www.eloraculochino.com/fundamentos-del-i-ching/
En realidad, la labor de los anteriores personajes es básicamente estandarizar, fijar y plasmar por escrito un método ya existente anteriormente. Al respecto de sus orígenes, existen distintas teorías donde se mezcla lo mítico-religioso, con lo ascético místico.
En algunas partes del interior de China, donde más predica tiene el Método I Ching, se piensa que fue el legado de un dragón a un campesino por salvar su vida.
Existen otras versiones, más verosímiles, que señalan la capacidad de algunas personas para ver y adivinar cuestiones futuras y venideras en el tiempo.
Sea como fuere, existen textos históricos del desarrollo de este tipo de adivinación a través de los Shi Guan (adivinos y oficiantes de antiguos ritos adivinatorios). Estos personajes eran moradores del Gran templo de los antepasados del rey Zhou del Oeste (1066-711 A. C) y eran los únicos capaces de interpretar las respuestas del oráculo en base a las imágenes de los trigramas y al movimiento de distintas líneas, sólidas o suaves, que vienen a converger con los llamados Ying y Yang.
Dicha interpretación requería una determinada capacidad sensitiva, un determinado aislamiento del medio y un profundo conocimiento. Los Shi Guan consagraban su vida, desde su infancia, primero a desarrollar ciertas actitudes adivinatorias e intelectivas, más tarde al estudio y desarrollo de capacidades adivinatorias para, pasada la pubertad ofrecer en ofrenda sus propios ojos y quedar ciegos para así poder ver precisamente las mutaciones o los cambios que rigen el destino y los avatares de las personas.
Con un hierro candente sobre sus ojos, era el propio ministro principal del Emperador de la provincia de Zhou, quien oficiaba el rito de iniciación. Es en este momento, con la perdida de la vista, cuando, según reza en distintos manuales “se abre un nuevo mundo oculto a la realidad, un mundo o unos avatares que son los que determinan y definen la percepción de lo real en el presente y lo que ha de acontecer en el futuro.”
Serán precisamente los personajes anteriormente nombrados (Fu Shi el Rey Wen, el Duque de Chou y Kung Fu Tze) los que se encarguen de compilar, fijar y desarrollar los principios esenciales que asentaron los Shi Guan desde tiempos remotos.
Se crea así un manual, el I-ching, con el que los que se interesaban por este método podían familiarizarse con los contenidos del oráculo, su manera de expresarse y la manera de interpretar cada palabra.
A día de hoy este libro, redescubierto en China e importado a Europa por mentes inquietas y fascinadas por este método y el anhelo de saber, es una de las obras que más adeptos está ganando, pese a su complejidad, el método es bastante fiable y muy fidedigno.